Cuando fue presentado en febrero último en Barcelona, el Samsung Galaxy S9venía con una novedad bajo el brazo, que pasó bastante desapercibida: incluir un sensor de presión arterial en el equipo. Pero no había manera de probarlo, porque requería una aplicación que no estaba disponible.
Samsung ya incluye, desde el Galaxy S5, un sensor junto a la cámara trasera que permite medir el ritmo cardíaco apoyando la yema del dedo contra el vidrio. En unos segundos toma nota de las pulsaciones.
Lo del S9/S9+ es diferente: usa otra tecnología para determinar la presión arterial (con una luz polarizada ilumina la piel y mide la difracción). Todavía, no obstante, es experimental. Samsung dice que apunta a medir el nivel de estrés del usuario, pero lo hace con un factor base: la tensión arterial.
En marzo estuvo finalmente lista la aplicación que permite acceder al sensor, hecha en conjunto con la Universidad de California en San Francisco. La aplicación se llama My BP Lab y se descarga de la tienda de aplicaciones de Android. No está disponible para nuestro país, pero los interesados en probar la herramienta (previa compra del Galaxy S9 o S9+, que saldrá a la venta en la Argentina la semana próxima) pueden usar un truco para instalar la aplicación.
Consiste en usar una VPN (un tipo de herramienta que genera un puente directo con un servidor remoto, y permite simular otra ubicación geográfica; hay mil gratis en la tienda) para acceder a Google Play como si se estuviera en Estados Unidos; ahí se habilita la descarga e instalación de la aplicación. No es necesario usar la VPN una vez que está instalada la aplicación.
Cómo funciona
Después de ingresar algunos datos médicos (edad y peso; es sólo para mayores de edad) la aplicación pedirá que nos tomemos la presión con un tensiómetro tradicional ( varias veces, como recomienda la Fundación Cardiológica Argentina). Es que el sensor óptico del Galaxy S9/S9+ no es capaz de determinar la tensión arterial en sí, pero sí puede medir la variación entre esa medición inicial y las posteriores, por lo que depende de un tensiómetro para tener la medida de base.
La medición en sí es muy sencilla, aunque no es como el sensor de huellas digitales, que se puede usar al voleo: el de la presión exige estar sentados, con el brazo en cierta posición que deje la mano a la altura del corazón, y quedarnos quietos y mudos mientras registra los datos. En general le toma medio minuto; a veces exigirá volver a realizar la medición, o ajustar la posición del dedo (que debe apoyarse contra el sensor, pero no hacer fuerza contra él).
La aplicación luego pedirá otros datos de contexto para el estudio sobre estrés y ansiedad que está haciendo la universidad; el registro de la presión arterial está igualmente disponible, con un registro histórico.
¿Cuán preciso es? Como en el caso del tensiómetro convencional, es recomendable tomar más de una medición consecutiva. En las veces que lo contrasté con un tensiómetro aneroide (el del brazalete que se hincha con una perita de goma), la medición no fue la misma: a veces daba un poco más, a veces un poco menos, pero siempre cerca del número (12,5 de sistólica cuando el tensiómetro medía 12, variaciones de ese estilo). Quienes piensen en usarlo en forma sistemática deberían primero pasar un período prolongado comparando ambas mediciones para tener una referencia más sistemática del desvío.
Y, sobre todo, no tomarlo como reemplazo de una medición profesional; es más una alternativa de control para no depender siempre de una farmacia o un dispositivo más voluminoso.